El hilo dental forma parte de los utensilios básicos de nuestra higiene bucal. Si pensáis que se trata de un producto novedoso, estáis equivocados. Algunos investigadores apuntan a que el hilo dental ya era utilizado por los humanos en la Prehistoria.

Sin embargo; no fue hasta el año 1815, en Nueva Orleans, cuando el dentista Levi Spear Parmly “inventó” el hilo dental de seda tal y como lo conocemos hoy en día. Según los datos, este es el reconocido inventor del hilo dental; aunque no fue hasta 1882 cuando la compañía Codman & Shurtleft comenzó a fabricarlo para su venta.

Ya entonces se trataba de un producto muy recomendado por muchos dentistas; aunque bien es cierto que no tuvo especial éxito hasta la II Guerra Mundial. En ese momento, el Dr. Charles C. Bass, desarrolló un nuevo prototipo basado en el anterior: el hilo dental de nailon.

El nailon, al ser un material mucho más resistente y elástico, desbancó rápidamente al hilo dental de seda, y su popularidad aumentó considerablemente.

¿Cómo utilizar correctamente el hilo dental?

Como sabéis, el hilo dental se utiliza para retirar trozos pequeños de comida que nos queda entre los dientes. El cepillo de dientes es muy práctico para la higiene bucodental, pero hay que reconocer que el hilo dental nos ayuda con los rincones más pequeños a los que el cepillo no llega.

Para tener una buena sujeción del hilo, es recomendable enrollar sus extremos en nuestros dedos, así nos será más fácil la limpieza. Hay que tener en cuenta que este es un proceso que debemos hacer cuidadosamente para no lastimarnos, aunque a medida que vayamos cogiendo práctica, nos resultará más fácil.

El hilo se introduce entre los dientes llegando hasta la encía. Esto lo haremos con un movimiento ascendente y descendiente, removiendo así cualquier trozo de comida que pudiese haber. Tras repetir este movimiento un par de veces, pasaremos el hilo por detrás del diente y repetiremos el movimiento hacia arriba y hacia abajo, en esta ocasión un poco arqueado para llegar a la encía interior.

Repetiremos el proceso por toda la boca cautelosamente. Si además lo compaginamos con el cepillado dental, nos aseguramos de mantener una higiene bucodental perfecta.